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Tratamiento de
cicatrices en la boca

Mi nombre es Mariana y tengo 43 años. Acudí a la consulta Moreno Cabello para ser tratada de unas cicatrices con procaína. Primeramente, las cicatrices a tratar eran las dejadas por las cuatro muelas del juicio, extraídas en mi adolescencia y la cicatriz de la operación del apéndice cuando tenía 25-26 años.

Fui diagnosticada por María de la Sierra Acosta con interferencias producidas por estas cicatrices que me producían malestar a lo largo del lado derecho de mi cuerpo.

Más concretamente, tenía dolor intenso en la parte derecha del abdomen, parte baja de las costillas, órganos internos como el hígado, páncreas, etc.… También, dolor intenso en cadera derecha, extensible a la zona lumbar, rodilla derecha y el tobillo derecho.

La consulta del doctor comenzó con un test en la boca en el que claramente experimenté toda la tensión que se producía en el lado derecho de mi cuello. Tras reubicar mi mandíbula, esta tensión desapareció.

Cuando el Doctor Pedro Ángel Cabello Moreno inició el tratamiento, detectó que había más cicatrices que tratar aparte de para las que iba, concretamente las amígdalas (operada con 4 años de edad), la del drenaje de la peritonitis junto a la cicatriz de la apendicitis y las intervenciones de 3 ortodoncias que había llevado a lo largo de mi vida.

A medida que me el doctor me iba inyectando procaína una a una en cada una de las cicatrices, iba experimentando cambios en mi organismo. Tanto a nivel físico como a nivel psicológico y emocional.

A lo largo de la sesión me fui dando cuenta de que había una serie de bloqueos emocionales vinculados a mis dolores físicos.

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Después de pincharme en las cicatrices de las amígdalas, pude levantarme y colocar mis omoplatos completamente pegados a la espalda por primera vez en mi vida desde que tengo memoria.

Me di cuenta de que el lado derecho de mi cuerpo se elongaba y que mi cuerpo se equilibraba.

Dejaba de sentir dolor en la rodilla y el tobillo del lado derecho. Aún sentía dolor en la cadera.

Esto me llevó a sentir una gran alegría a nivel emocional, al despertar mi conciencia de que la escoliosis que siempre he sufrido pudiera haber sido producida como consecuencia de la intervención de amígdalas. También experimenté que podía respirar bien.

Levantar el lado derecho de mi pecho, que antes estaba limitado. También veía mejor los artículos colgados en su consulta.

Estaba experimentando un gran bienestar, alegría y agradecimiento al notar que mi cuerpo se soltaba, podía ponerme recta, respirar mejor y entender el origen y causa de mi malestar.

En todo momento, el doctor Moreno Cabello me pedía que expresara mis pensamientos y sentimientos.

Mi nombre es Mariana y tengo 43 años. Acudí a la consulta Moreno Cabello para ser tratada de unas cicatrices con procaína. Primeramente, las cicatrices a tratar eran las dejadas por las cuatro muelas del juicio, extraídas en mi adolescencia y la cicatriz de la operación del apéndice cuando tenía 25-26 años.

Me hizo preguntas claves que me estaban ayudando a entender el origen de mis males.

Al tratarme la cicatriz de la apendicitis y del drenaje, me preguntó que estaba pasando en mi vida cuando tuve la peritonitis.

Yo no había caído en pensar en ello, pero, efectivamente recordé que, por entonces, había muerto mi tía Lola, con la que tenía un gran apego emocional.

También estaba acabando la carrera de arquitectura, que me había llevado a sufrir de un gran estrés durante los últimos 7 años entonces.

Todo alrededor, me llevó a replantearme aspectos de mi vida y decidí cortar una relación de 8 años y empezar una nueva relación que no me llevaba a muy buen puerto. El ataque de apendicitis apareció en este contexto, y yo no me había parado a pensar esto antes.

Por último, el día del tratamiento, el doctor Moreno Cabello también me pinchó procaína en las encías, ya que sufro de la enfermedad periodontal y he llevado 3 ortodoncias, consideradas intervenciones.

Estaba sintiendo que el tratamiento, en conjunto, estaba ayudándome a sanar las causas de mis desequilibrios y dolores. Mi cabeza parecía una olla a presión a la que le quitaban el pivote y que poco a poco se iba eliminando la presión del vapor de agua.

Experimenté golpes de calor y mucha paz y calma, también aparecieron unas lagrimillas de alivio.

Tras el tratamiento, el único dolor que permanecía era el de la cadera derecha, pero el resto de los dolores habían desaparecido. El doctor me recomendó ir al osteópata para colocar aquello que aún permaneciera fuera de sitio ahora que el conjunto del cuerpo estaba más suelto.

Las noches después al tratamiento, mientras dormía, he sentido más golpes de calor en zonas localizadas: la parte baja del cerebro, el cerebelo en la primera noche.

En la parte lumbar y cadera derecha la segunda noche.

En las encías la tercera noche.

Me he dado cuenta de que el retenedor bucal que he estado llevando me produce tensión en las encías. Ahora no me pongo el retenedor.

A día de hoy, 2 semanas después, mi estado de salud en general ha mejorado.

El osteópata está de vacaciones y aún no he podido tratarme, así que sigo teniendo dolor en la cadera que se me refleja en la parte lumbar de la espalda, pero soy consciente de mantener mi postura erguida y coloco la mandíbula y el cuello en una posición que destensiona mi cuerpo.

Estoy experimentando que mi salud empieza por mi boca. Muchas gracias por lo conseguido hasta ahora. Seguimos en contacto.

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